miércoles, 14 de noviembre de 2007

POESIA


La luz es una caricia, en esta tarde, por eso los duraznos quedan con la huella en el costado que descifra las estrellas.

Así te quiero hablar.

Con la cadencia de los minutos que van, sin querer, alejándose y solo la punta de sus dedos, parecen puertos,
parecen besos,
parecen adioses.

La tierra está húmeda y la hierba es una muchacha adolescente, hormonalmente deseosa de luz.

Quiero contarte del cómo se me estrecha el corazón.
Del por qué siento el pecho ardiente de rabia.
Del tiempo en que tiro piedras con toda la fuerza que tengo.
Y de los pájaros que cantan en la noche. Ellos picotean mi boca.

Quiero que te detengas en la tarde y levantes la mano, para cortar la naranja que se va a quedar muda de tanta muerte.

Es eso lo que rompe los esteros azules de la humanidad.
Son las bombas de fósforo que nos arrancan los besos de la piel.
Son las bombas vacías que se llevan todo, hasta el primer aliento de los niños.

Y los pequeños gorriones vienen al árbol de durazno.
Yo imagino tu boca en mi boca. Es más, la llamo y mi cuerpo se enciende como un faro. Te necesito aquí conmigo. Sí, para amarnos y porque necesito que me hagas saber que no estoy sola con este enfado. Que no estoy sola con esta rabia que quiere, que pide, que quiere…hacer algo.

Entonces lloro.
Ya basta. Lo digo con palabras que nadie escucha, porque no tienen la sonoridad de una bomba, la percusión de balas disparadas. La honda radioactiva del dinero. Son palabras de una criatura frágil ante el acero, la pólvora y los uniformes militares.

Llamo a los niños. Les he preparado una fiesta. Confetis y golosinas. Juguetes hechos con papel y madera. Que vengan, los espero. Que la casa se llene de risas y cantos y otra vez risas, para contradecir el reinado de la muerte.

En el tiempo que dure mi vida. Yo guardo en mi sangre y mis ojos la esperanza de la humanidad. Ese secreto lo guardamos todos. Pero a veces lo olvidamos.

Tomo de la mano al árbol de durazno y le digo: Vamos juntos hermano, vamos junto a por la vida. Y el árbol empieza a caminar desde su sombra, conmigo. Con nosotros.
JUAN ESTUARDO ALVAREZ


1 comentario:

cristina dijo...

espero que visiten este blog